sábado, 27 de noviembre de 2010

Ojalá no seas el horizonte

Te pareces al horizonte, porque aunque reme y reme, y sienta que avance, de a ratos te veo cada vez más lejos. A veces no igual, a veces parece que casi puedo tocarte, y me da miedo que sea puro espejismo. ¿Siempre fue tan difícil, o es que estoy perdiendo mi habilidad en este bote?
Siempre me costó decidir, pero esta vez, me parece que el indeciso es alguien más. No me importa esperar, la paciencia nunca fue lo mío, pero puedo aguantar. La inseguridad me cuesta un poco más.
Si es por miedo, podrías ir dejándolo. Leí una vez que no son necesarias las promesas si volvés, y eso es lo único que me importa por ahora. Tenerte de a ratitos, nada más. Más adelante yo no lo sé, pero seguro que vos tampoco. Son esas cosas que no se saben, porque se construyen. El hoy y el ahora me importan un poco más, y no quiero que nos digamos nada, ni que nos mintamos (sobre todo, no me gustan los engaños). Prefiero que las cosas fluyan, y que sea lo que tenga que ser, pero no quiero que nos detenga el miedo. Después de todo, ¿miedo a qué?.
Sabés que no muerdo (casi nunca), y no me importa si vos mordés. Tampoco pido nada que no puedas dar, porque después de todo, no pido nada que no quieras dar. El límite lo ponés vos, el punto lo ponés vos. ¿Qué más podés pedir? Si además sé que vos querés, porque hay cosas que no cambian de un día para el otro, y hay miradas que no pueden mentir. Y ya no me creo eso de que las palabras se dicen con inocencia.
Si te dejaras llevar un poco más, verías cómo la corriente nos conduce al horizonte y ya no hay necesidad de remar.
Aunque no tenga paciencia, igual puedo esperar. La inseguridad me cuesta un poco más.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Dreams...

No es la primera vez que me pasa que un fantasma del pasado se me aparece en sueños y me perturba por un par de días. Esta vez fue peor, porque era un fantasma en serio. Quiero decir, alguien vivo que se me presentó como un muerto en sueños. Sí, tétrico. Completamente horroroso.

Será que tengo la cabeza muy limada, o será que tengo toda la violencia adentro y me estalla por el inconsciente. No es que no haya pensado alguna vez en matar a mi ex, pero nunca en serio. Siempre es metafórico. Que se me presente cortado en pedacitos adentro de una urna en un sueño no es algo que me ponga particularmente de buen humor. En todo caso, hubiera preferido soñar con la muerte de la nueva novia. Eso no me hubiera hecho sentir tan mal.

Igual, lo peor no fue verlo hecho trizas en mi sueño, no. No fue eso lo peor. Lo peor fue cómo me sentía yo en el sueño. O sea, supongo que es lógico que enterarte de la muerte de alguien que quisiste mucho te perturbe un poco. Supongo que en la vida real pasa, aunque hagan meses que ni siquiera hablás con esa persona.

Pero en mi sueño, mi reacción era de una persona completamente loca. Me abrazaba a la urna con sus restos, la acariciaba, no quería soltarla (no la soltaba). Como una enferma mental, no dejaba que alejaran su urna de mí. Como una enferma, exactamente igual.

Despertarme y darme cuenta de que si pasara algo semejante, esa sería mi reacción, fue lo que me preocupó.  ¿Tan grave es mi problema psicológico? No sé, espero ser normal algún día. Y espero que a él no le haya pasado nada, porque encima de enferma mental, me voy a sentir culpable por haber llamado a la desgracia.

jueves, 18 de noviembre de 2010

No hay nada más lindo que levantar la vista y descubrir que me estabas mirando

lunes, 15 de noviembre de 2010

Domingos bizarros

Viste cuando terminás hablando de fútbol y de Bill Gates en un lugar de mala muerte tomando cerveza sola con cuatro flacos? Uno que no conocés, uno que te tiene ganas, uno al que le tenés ganas y uno que conociste en el cumpleaños del que te tiene ganas después de comerte al que le tenés ganas? Bueno, así.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Quiero ser yo

Quiero ser yo. Simplemente yo.
A veces me odio. A veces odio mi forma de ser, odio todo.
Cómo actúo, cómo hablo.
Hasta que soy yo. Cuando soy yo misma, simplemente yo
No hay nada que ocultar
nada que simular.
¿Para qué aparentar, si soy mucho más cuando soy yo?

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Me molesta que me moleste

Una vez una amiga me dijo, muy indignada, que no le molestaba tanto la ex de su novio que le rompía las bolas, como lo que le molestaba que le molestara. "No debería sentirme así, no tendría que importarme, pero me molesta", me decía. Yo mucho no la entendía, supongo que por el hecho de que estaba pasando por esas etapas en la que nada te molesta demasiado, porque nada (ni nadie) te interesa demasiado.

"Es muy molesto que tu humor dependa de otra persona", continuaba mi amiga (sí, estaba muy enojada). "Si no me llama, estoy todo el día enojada, pero si me dice algo lindo, enseguida mejora mi humor y estoy todo el día sonriendo. Es injusto, muy injusto que no pueda decidir sobre mi propio humor".

Tardé algún tiempo en comprenderla; hasta que empecé a sentirme igual. 

Una cosa es levantarse de mal humor porque se tuvo una pesadilla, estar de mal humor porque no pudimos hacer algo que queríamos, porque estábamos cansados o simplemente porque sí. Pero que el humor dependa de lo que hace o deja de hacer otra persona, es verdaderamente frustrante.

Hablo de esto porque me pasó hoy, una llamada me cambió el día, me puso contenta, me hizo estar sonriente desde que sonó mi celular hasta ahora. Y me siento tonta, me siento "dependiente", pero aún así, estoy de buen humor. Estoy contenta, y para colmo, ahora estoy esperando ansiosa el sábado (día en que LO veré).

Supongo que nos pasa un poco a todos, no podemos evitar depender de alguna manera de los demás. No por nada el hombre es un ser social. Más vale vivir con ello que intentar luchar, porque, de todos modos, saldremos perdiendo.

Bueno, nada más por ahora, simplemente tenía que desahogarme, porque después de estar un par de horas con una sonrisa tarada y diciendo "lo amo, lo amo" sentí que si no descargaba me iba a recibir de idiota. Me está gustando esto del blog, y yo que pensé que no lo iba a actualizar nunca, y ahora siempre encuentro una excusa para escribir. Bendita sea Internet que permite que eso pase. Extrañaba escribir diariamente.

Sean felices, e intenten elegir bien de quién va a depender su humor, así no tienen problemas.

martes, 9 de noviembre de 2010

El holocausto de nuestros días

Hoy en día es natural pensar en el holocausto como algo malo, y en Hitler, como un villano. Incluso aquellos que coinciden con el III Reich muchas veces “temen”, por este motivo, hacer pública su postura.
            Sin embargo, sin que nos demos cuenta, hoy se comete un crimen incluso peor, por ser “imperceptible”. Miles de chicos mueren de hambre en sus propias casas; familias enteras viven sin un hogar, o en uno que se cae a pedazos. Y la sociedad, lejos de buscar una solución, los margina. A los más pobres sólo se les devuelve miseria. Los menos escrupulosos hasta se atreven a exclamar “¡Hay que matarlos a todos!”… ¿No es este exactamente el mismo discurso de quienes asesinaban a judíos años atrás? Deshacerse del “problema”, del que es distinto, del que “molesta”…
            Es fácil criticar a un dictador que ejerció su poder hace más de 50 años, pero es difícil mirar el egoísmo propio.  Y lo peor del caso es no darse cuenta de que es justamente eso, nuestro egoísmo, el que genera esas situaciones que después condenamos. Está mal que un muchachito sea capaz de lastimar a otro para sacarle  lo que lleva encima, sí. No cabe duda de que es necesario modificar situación semejante. Pero si cambiarla significa excluir en un ghetto al delincuente, no funciona. Sería mucho más noble de nuestra parte asumir que la agresión psicológica puede ser tanto o más violenta que la física; que pavonearse delante de alguien que no tiene dinero suficiente para comer con el nuevo BlackBerry o con zapatillas millonarias es una puñalada a su espíritu; que son las injusticias de las que todos nosotros somos (en mayor o menor medida) responsables las que provocan los problemas que sufre la sociedad en su conjunto; y que está, entonces, en nuestras propias manos hallar soluciones.
            No es algo fácil, sin duda. Pero lejos está de ser imposible conseguir la sociedad que queremos sin necesidad de excluir o matar a nadie. Se trata, simplemente, de tomarse un minuto para reflexionar un poco sobre la situación propia y ajena, entendiendo que las circunstancias en las que nacemos no nos hacen más o menos persona y que, entonces, todos tenemos derecho a poseer las mismas oportunidades; y que lo único que se necesita para que esto se haga efectivo es un poco de solidaridad de parte de todos. 

Sobre la política y otras 20 verdades

Me parece que ya he comentado en el primer post que últimamente estoy un poco fanatizada  interesada por la política. Siempre lo estuve igual, pero cada vez tengo más ganas de ponerme a hacer algo. Siempre quiero saber más, entender más como funciona, y no sé si algún día "ser política". Eso, en sentido formal, no lo creo, aunque en sentido informal la política la hacemos todos, y sí soy y quiero seguir siendo parte.

Como sea, me llaman la atención las vueltas de la vida. Dicen que algunos genes se saltean una generación, y yo creo que el gen del "politólogo" se salteó una generación en mi caso: mis abuelos, políticos hasta es hartazgo, mi madre que se separa del ambiente para hacer su rumbo, y acá estoy yo, con una sed de militancia que me carcome hasta los huesos.

Creo que todo empezó con Rodolfo Walsh. Leer "Operación Masacre", querer escribir como él, querer militar como él, hasta querer morir como él. De nuevo, al borde del fanatismo ciego. O quizá sea de todos modos herencia familiar, o será que realmente lo llevo en los genes. La verdad, no lo sé. Tampoco me interesa.

Es brevísima la introducción que hago, simplemente como para que estén atentos, porque es probable que la política cruce transversalmente este blog. Aunque no pretendo que sea un blog periodístico, sino más bien literario, habrá notas que tengan que ver con eso, y bueno, "es lo que hay", como quién dice. 

Nada más, cualquier consulta, preguntar.

PD: el título es la pista más clara acerca de hacia dónde se orienta mi visión política, así que no es necesario que lo explicite. 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cosas que le pasan a la gente

Pronto el reloj marcará las 13:00 hs., a las 16:00 tengo que estar en la facultad para rendir un parcial, luego salir, tomar un café y/o fumar un cigarrillo, y volver a entrar a las 18:00 hs. para rendir otro. Cosas que pasan.

La cuestión es que estoy acá, sentada frente a la compu y escribiendo en esta especie de diario de catarsis, en lugar de estar repasando (estudiando,porque hay cosas que ni leí). El problema de eso es que, como soy nerd, si llego a un parcial sin haber estudiado me pongo histérica, tengo ganas de llorar o de matar a alguien. Sin embargo, no hay forma de que me ponga a estudiar con tiempo, y que llegue a parcial con la tranquilidad absoluta de que me va a ir bien. Todo lo cual me lleva a preguntarme si no será que tengo cierta dosis de masoquismo, y que me gusta la sensación de desesperación, la sensación de "no llego", la de querer llorar y la de sentirme una idiota por no poder seguir mis propias sugerencias y ponerme a hacer los resúmenes unos días antes.

Pero, claro, me preocupa porque no es con lo único que me pasa. Me pasa con todo, casi todo el tiempo. Es como que tengo una facilidad envidiable para desoír mi propia voz cuando me da consejos. Así me va después, porque, modestia aparte, casi siempre tengo razón. Sólo que me empeño en no reconocerlo (¿Será que en el fondo soy humilde?). Pensar que después me preocupo de que los demás sigan mis sugerencias, como si yo lo hiciera.

Será que me encanta sentirme culpable por no haber hecho lo que sabía que tenía que hacer, y no hice por necia. ¿Le pasará a todo el mundo, o sólo a los que tenemos alma de Arlequín? Quién sabe, por las dudas me voy a leer un rato más y a amargarme de mi espantosa forma de ser.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Historias en Plural I

"... Y sé que nunca se me va a olvidar tu voz
aunque pierda la memoria..."



"Ya no entiende nada" dicen los médicos. "La enfermedad es progresiva y no tiene cura. No se haga ilusiones de recuperarla, no será la misma", eso dicen. Le dicen que no se haga ilusiones falsas, porque las pequeñas "mejoras" que pueden percibirse son ocasionales, y pasajeras. Que no queda nada de lo que solía ser, eso le dicen.

Y sin embargo, él sabe que se equivocan. Y no sólo porque nunca tuvo afinidad con los médicos, no, no es por eso. Es porque, cada vez que se acerca y le habla al oído, con esa profunda voz que los años no han conseguido casi modificar, el rostro de ella se ilumina. Sonríe, y parece que tuviera veinte años menos. Se sonroja, como si fuera una chiquilla, y le pide a él, le implora, que no la deje, que no se vaya. Que lo necesita, como siempre. Y no lo dice a media voz, o de forma confusa, nada de eso. Lo dice claramente: "Te necesito. No te vayas. No me dejes". Y él, no hace más que quedarse a su lado, y seguir hablándole, lento, pausado. Susurrándole cosas lindas, o, simplemente, contándole viejas historias de viajes, y de barcos, y de tierras lejanas. Y ella comienza a serenarse y deja de implorar, para empezar sólo a sonreír, y escuchar quedamente, hasta que el cansancio termina venciendo, y uno de los dos (ella casi siempre), se queda dormido. Y, al día siguiente, vuelve a ser igual, es siempre igual.

            Es por eso que él sabe que los médicos se equivocan. Porque tal vez ellos nunca lo hayan notado (hay cosas que sólo los que aman pueden entender), pero ella lo conoce, lo reconoce cuando le habla, lo reconoce por su voz. Y, más allá de cualquier cosa, ella recuerda que lo ama, y recuerda que lo necesita. Quizá hasta recuerde que una vez (muchas veces) sufrió por él, y por eso le implora que no la deje. Y él se queda, porque sabe todo el mal que le hizo, y lo que es más importante, sabe que su vida no tiene sentido si no es con ella. El se queda, firme a su lado, porque a pesar de todo lo que pasó durante tantos años, al verla descubre que, aunque parezca casi imposible, la ama más con cada día; en cada instante, la ama y la necesita un poco más.

            Los médicos pueden decir lo que quieran, pero si sintieran cómo se acelera su corazón ante el contacto de él, dejarían sus fríos diagnósticos de lado, para empezar a creer un poquito más en los milagros.

            Pero, después de todo, él nunca tuvo afinidad con los médicos, y poco escucha lo que le dicen. Que se queden en su ignorancia, no es su problema ahora. El tiene asuntos más importantes, mucho más vitales que prestarle atención a los que dicen saber de medicina. Porque son muy pocos los que entienden cómo se curan las heridas que dejan los años, y que no se resuelven con una receta. Son muy pocos los que aprenden, con el tiempo, con la vida, la manera de arreglar los errores, la manera de ser feliz a pesar de todo, la forma de amar sin condición y un poco más a cada momento. Son muy pocos, en este mundo, los que aprenden, a fuerza muchas veces de golpes, a ganarse el paraíso, y ser felices, plenamente felices en el mientras tanto...


Historias en Plural

Una vez, hace mucho tiempo, había decidido escribir un libro. Bueno, en realidad, tomé esa decisión una incansable cantidad de veces a lo largo de mi vida; pero no todas vale la pena recordarlas, y hoy particularmente, solo me interesa hacer mención a una en particular.


Luego de comprobar que me cuesta mucho seguir adelante con un proyecto de libro que requiera continuidad de redacción, decidí que lo mejor era escribir historias sueltas y cortas, de distintos personajes en distintos momentos, dándole cierta relación, pero que pudieran leerse sueltas sin perder su sentido. Cada cuento, es a su vez un capítulo de un libro, pero tiene su propia introducción, su nudo y su desenlace.


No sé si funcionó, pero de todos modos, escribí algunos capítulos-cuentos, a los que llamé "historias en plural". De ahí el título del blog. Me pareció que iba a ser más sencillo volcar estas historias en un medio digital que esperar a editar un libro. Así que aquí iré subiendo estas notas sencillas, escritas por un arlequín, junto con otras cosas que nada tendrán que ver con este proyecto de libro, sino con otros muchos, pero, espero, les gusten.


No sé, no escribo más y les dejo el primer intento, que es, por cierto, el que más me gusta.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Erase una vez.. un blog

A ti, lector, a ti te hablo. O a vos, como te guste más. Esto es un blog. Yo, una chica común, que estudia, que tiene ganas de trabajar, que disfruta de leer y sobre todo, que ama escribir. A la que le gusta el cine, le gusta el arte (aunque no puede dibujar ni un garabato con estilo), y el periodismo. Que es fanática de la política, últimamente en exceso (quizá porque los hechos muchas veces interpelan a las personas dejándolas prácticamente atadas a actuar de acuerdo a ellos; o quizá porque siempre llevé una política o una politóloga adentro, y ahora está despertando).


Como sea, así soy yo. Y esto es un blog. Me rehusé por mucho tiempo a abrir uno, hasta que me di cuenta que mis necesidades de escribir, como cualquier necesidad vital, me superan, y que escribir es compartir ideas, pensamientos y sentimientos con los demás. Así que por qué no hacer un blog? de todos modos, hasta que no esté un poco más armado no voy a mostrárselo a nadie, así que será como un diario íntimo casi. Raro lo que puede hacer la tecnología, nos une a todos, hace que todos sepamos "todo", y sin embargo, lo que no aparece en google, facebook y twitter prácticamente no existe. Es más íntimo un blog del cual nunca jamás se ha pasado el URL que un diario íntimo que una madre o una hermana, en un arrebato de chusmerío, corrompa. Nunca dejaré de sorprenderme con las cosas simples que hay a mi alrededor.

Como sea, este es mi diario de notas, las notas de un arlequín. A ti, lector, te hablo ahora; aunque llegues a este espacio dentro de mucho tiempo, quiero que sepas de dónde salió. A dónde puede llegar, eso ni siquiera yo lo sé; los límites de la tecnología todavía me cuesta distinguirlos.
Hasta luego, y gracias por el pescado.

Un arlequín